El MD-82 despegó escaso de potencia y no se incendió en el aire, según las grabaciones
El cotejo de esa grabación, las marcas dejadas por el aparato en la pista —del ala, restos del tren de aterrizaje, esparcido a ambos lados—, y los primeros testimonios recabados, aún sin determinar las causas, apuntan a que el accidente se produjo de la siguiente forma.
El MD-82, con 162 pasajeros a bordo y diez tripulantes, inicia la maniobra de despegue a las 14.20 horas. Es el segundo intento; casi una hora antes había tenido que regresar a la puerta de embarque al detectar el comandante un fallo en el sensor de temperatura exterior, que se comunicó al pasaje.
Todas las fuentes coinciden en que esa anomalía no guarda relación con lo que ocurrió después, pero también se está investigando. Un inspector técnico de Spanair certificó que el McDonnell Douglas podía volar. El manual prevé que se quite el interruptor que le da energía a la toma de aire, situado bajo la cabina del copiloto, según la compañía.
Semipendiente escalonada
El avión inicia el despegue por la pista 36 izquierda; el comandante advierte la falta de potencia, seguramente justo después de alcanzar la llamada V1 —cuando ya no se puede abortar la maniobra—; se llega a VR o velocidad de rotación. El aparato, que no se había elevado más de 50 metros, se inclina (probablemente tras fallar el motor derecho, aunque persisten las dudas); se precipita al suelo, el ala derecha va golpeando la pista y el piloto pierde el control. El avión a más de 280 km por hora va deshaciéndose y arrastrándose unos 500 metros —hay marcas de ese maniobra descontrolada—. No llega al final de la pista, se sale por la derecha, atraviesa la valla perimetral y se precipita por una semipendiente escalonada de entre cinco y siete metros hasta el cauce del arroyo de la Vega. Allí explotan los depósitos cargados de queroseno y el aparato se incendia.
Los cuerpos de los vivos y los muertos quedan diseminados en la vaguada a lo largo de unos 400 metros. La tripulación no llegó a meter el tren de aterrizaje, se lo fue dejando tras caer a ambos lados de su recorrido. «No existe una altura establecida para recogerlo. Lo normal es que el “tren arriba” se ordene dos o tres segundos después de la rotación, cuando ya tienes altura suficiente y con un positivo régimen de ascenso», detalla un piloto a ABC. A partir de unas cuantas aproximaciones, todo son incógnitas. Quienes han visto las imágenes aseguran que no se aprecia ningún motor ardiendo en el aire, sí la falta de potencia, el giro brusco y el desequilibrio del aparato.
El MD-82, con 162 pasajeros a bordo y diez tripulantes, inicia la maniobra de despegue a las 14.20 horas. Es el segundo intento; casi una hora antes había tenido que regresar a la puerta de embarque al detectar el comandante un fallo en el sensor de temperatura exterior, que se comunicó al pasaje.
Todas las fuentes coinciden en que esa anomalía no guarda relación con lo que ocurrió después, pero también se está investigando. Un inspector técnico de Spanair certificó que el McDonnell Douglas podía volar. El manual prevé que se quite el interruptor que le da energía a la toma de aire, situado bajo la cabina del copiloto, según la compañía.
Semipendiente escalonada
El avión inicia el despegue por la pista 36 izquierda; el comandante advierte la falta de potencia, seguramente justo después de alcanzar la llamada V1 —cuando ya no se puede abortar la maniobra—; se llega a VR o velocidad de rotación. El aparato, que no se había elevado más de 50 metros, se inclina (probablemente tras fallar el motor derecho, aunque persisten las dudas); se precipita al suelo, el ala derecha va golpeando la pista y el piloto pierde el control. El avión a más de 280 km por hora va deshaciéndose y arrastrándose unos 500 metros —hay marcas de ese maniobra descontrolada—. No llega al final de la pista, se sale por la derecha, atraviesa la valla perimetral y se precipita por una semipendiente escalonada de entre cinco y siete metros hasta el cauce del arroyo de la Vega. Allí explotan los depósitos cargados de queroseno y el aparato se incendia.
Los cuerpos de los vivos y los muertos quedan diseminados en la vaguada a lo largo de unos 400 metros. La tripulación no llegó a meter el tren de aterrizaje, se lo fue dejando tras caer a ambos lados de su recorrido. «No existe una altura establecida para recogerlo. Lo normal es que el “tren arriba” se ordene dos o tres segundos después de la rotación, cuando ya tienes altura suficiente y con un positivo régimen de ascenso», detalla un piloto a ABC. A partir de unas cuantas aproximaciones, todo son incógnitas. Quienes han visto las imágenes aseguran que no se aprecia ningún motor ardiendo en el aire, sí la falta de potencia, el giro brusco y el desequilibrio del aparato.