“Los buzos de la basura”, así se denomina a niños, ancianos, hombres y mujeres que día a día y sol a sol excavan las profundidades del vertedero municipal en busca de algún valor, para luego venderlo a una compañía extranjera, dedicada al reciclaje de metales o plásticos.
La riesgosa labor cada día parece que tiene mayor demanda, y es que en los últimos tiempos más personas llegan al vertedero y se dedican a bucear desperdicios sólidos.
Los buzos clasifican todos los desperdicios y cada uno tiene su valor específico, como por ejemplo un saco de un quintal de plástico se vende a 3 pesos con 50 centavos y cuatro botellas de vidrio por un peso.
Los desperdicios sólidos como plásticos y metales son comprado por dos compañías una China y la otra Japonesa, y periódicamente son exportado hacia los países Orientales.
“Aquí se compra todo”, expresó Fausto Antonio Reyes Gutiérrez, encargado del Relleno Sanitario del vertedero municipal.
Dijo que los “buzos” son un mal necesario, porque hay mucha familia que vive de esta actividad, a pesar de la vulnerabilidad que tiene de contraer varias enfermedades.
“Lo que más me preocupa son la gran cantidad de niños que vienen a este vertedero a buscar desperdicios sin ninguna protección, pero los padres envían a sus hijos a buscársela debido a la penuria en que se desenvuelven económicamente”, razonó el funcionario municipal.
Esta situación se evidencia debido al alto índice de desempleo y la preocupante situación económica que tienen la gran mayoría de familia de los barrios de la periferia de Moca.
Fátima Peralta, es maestra de escuela pública, y en su momento libre frecuenta el vertedero municipal “Lo que yo me gano aquí, no me lo gano como maestra, semanalmente consigo seleccionando desechos alrededor de RD$ 1,400., mientras que José Ramón Camacho se gana entre 400 y 500 pesos diario, y con esa actividad mantiene su familia de 5 miembros.
Las familias que se sustentan de esta peligrosa actividad residen en los barrios vulnerables de la periferia del río Moca, como son Maco-Tibio, Isla Perdida, Isla Saona, Viejo Puerto Rico, Sal si Puedes, Los López III y otros de la parte baja del casco urbano.
La riesgosa labor cada día parece que tiene mayor demanda, y es que en los últimos tiempos más personas llegan al vertedero y se dedican a bucear desperdicios sólidos.
Los buzos clasifican todos los desperdicios y cada uno tiene su valor específico, como por ejemplo un saco de un quintal de plástico se vende a 3 pesos con 50 centavos y cuatro botellas de vidrio por un peso.
Los desperdicios sólidos como plásticos y metales son comprado por dos compañías una China y la otra Japonesa, y periódicamente son exportado hacia los países Orientales.
“Aquí se compra todo”, expresó Fausto Antonio Reyes Gutiérrez, encargado del Relleno Sanitario del vertedero municipal.
Dijo que los “buzos” son un mal necesario, porque hay mucha familia que vive de esta actividad, a pesar de la vulnerabilidad que tiene de contraer varias enfermedades.
“Lo que más me preocupa son la gran cantidad de niños que vienen a este vertedero a buscar desperdicios sin ninguna protección, pero los padres envían a sus hijos a buscársela debido a la penuria en que se desenvuelven económicamente”, razonó el funcionario municipal.
Esta situación se evidencia debido al alto índice de desempleo y la preocupante situación económica que tienen la gran mayoría de familia de los barrios de la periferia de Moca.
Fátima Peralta, es maestra de escuela pública, y en su momento libre frecuenta el vertedero municipal “Lo que yo me gano aquí, no me lo gano como maestra, semanalmente consigo seleccionando desechos alrededor de RD$ 1,400., mientras que José Ramón Camacho se gana entre 400 y 500 pesos diario, y con esa actividad mantiene su familia de 5 miembros.
Las familias que se sustentan de esta peligrosa actividad residen en los barrios vulnerables de la periferia del río Moca, como son Maco-Tibio, Isla Perdida, Isla Saona, Viejo Puerto Rico, Sal si Puedes, Los López III y otros de la parte baja del casco urbano.