Enérgico promotor de la independencia de Taiwán, Chen concitaba el odio de China, que reclama la soberanía sobre la isla, así como del Partido Nacionalista, al que desplazó del poder y que consideraba sus posiciones independentistas peligrosas y contraproducentes.
Sus posiciones también alteraban los nervios de Washington, que las consideraba demasiado extremas.
Chen fue el primer líder de Taiwán que no pertenecía al Partido Nacionalista, desde que Chiang Kai-shek escapó de la isla al perder la guerra civil china ante los comunistas de Mao Tse-tung en 1949. Llegó al poder con la promesa de terminar con décadas de corrupción de los nacionalistas e impulsar la independencia de Taiwán.
La esposa de Chen, Wu Shu-chen, también fue declarada culpable de corrupción y fue igualmente sentenciada a cadena perpetua, dijo el vocero de la corte Huang Chun-ming.
"Chen Shui-bian y Wu Shu-chen fueron sentenciados a cadena perpetua pues Chen hizo un daño grave a la nación y Wu porque estuvo involucrada en los pactos corruptos como primera dama", dijo Huang.
El vocero agregó que ambos tienen una multa total de 500 millones de nuevos dólares de Taiwán (15,2 millones de dólares).
Los veredictos surgieron al tiempo que cientos de simpatizantes de Chen se manifestaban frente a una corte del centro de Taipei con letreros que decían: "Libérenlo!" o "Chen es inocente!" Un panel de tres jueces de la Corte de Distrito de Taipei declaró culpable a Chen, de 58 años, por múltiples cargos de corrupción, dijo Huang.
Chen estaba acusado de malversar 3,15 millones de dólares de un fondo presidencial especial durante su mandato del 2000 al 2008. También enfrentaba cargos por recibir sobornos, estimados en nueve millones de dólares, relacionados con un acuerdo sobre un terreno gubernamental; lavado de dinero a través de cuentas en bancos suizos; y falsificación de documentos.
El ex presidente prefirió ausentarse de la corte el viernes. Desde diciembre ha permanecido en una prisión de los suburbios de Taipei, después de que los fiscales convencieran a los jueces de no liberarlo después de su acusación formal.
El pleito legal de Chen han enfrentado a la isla de 23 millones de habitantes, que tuvo su primera elección presidencial en 1996, luego de cuatro décadas de un régimen unipartidista estricto.
La mayoría de los habitantes de Taiwán están convencidos de que Chen es culpable al menos de uno de los cargos, aunque algunos de sus simpatizantes creen que las tendencias contra China jugaron un papel importante en su acusación y que fue detenido injustamente durante su juicio.
El presidente Ma Ying-jeou y varios jueces importantes del Ministerio de Justicia han negado las acusaciones de parcialidad y argumentan que la sentencia de Chen valida el principio democrático de que ningún hombre, sin importar su cargo, está sobre la ley en Taiwán.
Sus posiciones también alteraban los nervios de Washington, que las consideraba demasiado extremas.
Chen fue el primer líder de Taiwán que no pertenecía al Partido Nacionalista, desde que Chiang Kai-shek escapó de la isla al perder la guerra civil china ante los comunistas de Mao Tse-tung en 1949. Llegó al poder con la promesa de terminar con décadas de corrupción de los nacionalistas e impulsar la independencia de Taiwán.
La esposa de Chen, Wu Shu-chen, también fue declarada culpable de corrupción y fue igualmente sentenciada a cadena perpetua, dijo el vocero de la corte Huang Chun-ming.
"Chen Shui-bian y Wu Shu-chen fueron sentenciados a cadena perpetua pues Chen hizo un daño grave a la nación y Wu porque estuvo involucrada en los pactos corruptos como primera dama", dijo Huang.
El vocero agregó que ambos tienen una multa total de 500 millones de nuevos dólares de Taiwán (15,2 millones de dólares).
Los veredictos surgieron al tiempo que cientos de simpatizantes de Chen se manifestaban frente a una corte del centro de Taipei con letreros que decían: "Libérenlo!" o "Chen es inocente!" Un panel de tres jueces de la Corte de Distrito de Taipei declaró culpable a Chen, de 58 años, por múltiples cargos de corrupción, dijo Huang.
Chen estaba acusado de malversar 3,15 millones de dólares de un fondo presidencial especial durante su mandato del 2000 al 2008. También enfrentaba cargos por recibir sobornos, estimados en nueve millones de dólares, relacionados con un acuerdo sobre un terreno gubernamental; lavado de dinero a través de cuentas en bancos suizos; y falsificación de documentos.
El ex presidente prefirió ausentarse de la corte el viernes. Desde diciembre ha permanecido en una prisión de los suburbios de Taipei, después de que los fiscales convencieran a los jueces de no liberarlo después de su acusación formal.
El pleito legal de Chen han enfrentado a la isla de 23 millones de habitantes, que tuvo su primera elección presidencial en 1996, luego de cuatro décadas de un régimen unipartidista estricto.
La mayoría de los habitantes de Taiwán están convencidos de que Chen es culpable al menos de uno de los cargos, aunque algunos de sus simpatizantes creen que las tendencias contra China jugaron un papel importante en su acusación y que fue detenido injustamente durante su juicio.
El presidente Ma Ying-jeou y varios jueces importantes del Ministerio de Justicia han negado las acusaciones de parcialidad y argumentan que la sentencia de Chen valida el principio democrático de que ningún hombre, sin importar su cargo, está sobre la ley en Taiwán.