En un espacio rentado y con un piano donado por una iglesia, Simo comenzó en 1976 a dar lecciones de música a un puñado de estudiantes hispanos, asiáticos y afroamericanos.
Hoy, tiene 350 alumnos, 33 maestros y un moderno edificio, propiedad de la misma escuela.
Pero lo más importante es que la Escuela de Música del Pueblo es completamente gratis para los estudiantes tal y como Simo lo ambicionó desde que estudiaba en la prestigiosa Escuela Juilliard de las Artes en Nueva York.
"En 1960 empecé a dar conciertos pero empecé a darme cuenta que si tú no tienes dinero en este país no puedes estudiar música", dijo a Efe Simo, de 75 años.
En la República Dominicana había estudiado música gratuitamente en el Conservatorio de Música y en Nueva York, a través de una beca, había logrado graduarse de Juilliard.
Como una manera de retribuir a la comunidad, la hispana soñaba con abrir una escuela de música. El problema fue que nadie la respaldaba.
"Me decían 'Rita estás loca' y yo les decía 'hay que tirarse al agua'," cuenta Simo, quien después de salir de Juilliard obtuvo una maestría en música de la Universidad de Boston.
Para encontrar respaldo a su idea entró a una orden católica por 12 años.
"Después de doce años me di cuenta que no lo iban hacer", recordó Simo, quien abandonó la orden pero un día, escuchando a un teólogo en el centro Catholic Worker House, la musicóloga se dio cuenta que sí se puede lograr cualquier meta que uno se propone.
"Les explique mi sueño y ese es el primer grupo de gente que me dijo que me ayudarían en todo lo que fuera", contó.
Con un piano donado de la Iglesia Episcopal de San Pedro y luego otro donando por una secundaria alternativa en Uptown, la Escuela de Música del Pueblo comenzó en lo que había sido antes un salón de belleza.
En 1995 Simo y los directivos de la escuela compraron un lote y construyeron una escuela moderna con 10 salones de clase, un salón para conciertos, una biblioteca de música y un solar en el segundo piso al aire libre para practicar y celebrar el regalo de la música.
Entre los 350 alumnos que reciben instrucción gratuita en 13 instrumentos, incluyendo piano, violín y violonchelo, una tercera parte de ellos son hispanos y el resto asiáticos, afroamericanos y blancos, una diversidad que refleja el barrio de Uptown, según Simo.
Los estudiantes solo pagan una cuota inicial de inscripción de 15 dólares y además de aprender a tocar un instrumento se les enseña la teoría de la música.
La escuela, según Simo, se mantiene de donaciones y subsidios de varias fundaciones que aprecian el esfuerzo de enseñar la música a jóvenes entre los 7 y 19 años.
Hoy, tiene 350 alumnos, 33 maestros y un moderno edificio, propiedad de la misma escuela.
Pero lo más importante es que la Escuela de Música del Pueblo es completamente gratis para los estudiantes tal y como Simo lo ambicionó desde que estudiaba en la prestigiosa Escuela Juilliard de las Artes en Nueva York.
"En 1960 empecé a dar conciertos pero empecé a darme cuenta que si tú no tienes dinero en este país no puedes estudiar música", dijo a Efe Simo, de 75 años.
En la República Dominicana había estudiado música gratuitamente en el Conservatorio de Música y en Nueva York, a través de una beca, había logrado graduarse de Juilliard.
Como una manera de retribuir a la comunidad, la hispana soñaba con abrir una escuela de música. El problema fue que nadie la respaldaba.
"Me decían 'Rita estás loca' y yo les decía 'hay que tirarse al agua'," cuenta Simo, quien después de salir de Juilliard obtuvo una maestría en música de la Universidad de Boston.
Para encontrar respaldo a su idea entró a una orden católica por 12 años.
"Después de doce años me di cuenta que no lo iban hacer", recordó Simo, quien abandonó la orden pero un día, escuchando a un teólogo en el centro Catholic Worker House, la musicóloga se dio cuenta que sí se puede lograr cualquier meta que uno se propone.
"Les explique mi sueño y ese es el primer grupo de gente que me dijo que me ayudarían en todo lo que fuera", contó.
Con un piano donado de la Iglesia Episcopal de San Pedro y luego otro donando por una secundaria alternativa en Uptown, la Escuela de Música del Pueblo comenzó en lo que había sido antes un salón de belleza.
En 1995 Simo y los directivos de la escuela compraron un lote y construyeron una escuela moderna con 10 salones de clase, un salón para conciertos, una biblioteca de música y un solar en el segundo piso al aire libre para practicar y celebrar el regalo de la música.
Entre los 350 alumnos que reciben instrucción gratuita en 13 instrumentos, incluyendo piano, violín y violonchelo, una tercera parte de ellos son hispanos y el resto asiáticos, afroamericanos y blancos, una diversidad que refleja el barrio de Uptown, según Simo.
Los estudiantes solo pagan una cuota inicial de inscripción de 15 dólares y además de aprender a tocar un instrumento se les enseña la teoría de la música.
La escuela, según Simo, se mantiene de donaciones y subsidios de varias fundaciones que aprecian el esfuerzo de enseñar la música a jóvenes entre los 7 y 19 años.