Muere fundadora de Pedro Brand a los 113 años
En el ceremonial se dio cumplimiento a uno de sus últimos deseos: que la velaran y enterraran en medio de una fiesta de atabales, expresión musical que le alegró la existencia desde que tuvo uso de razón, según cuenta Francisco Doñé, un legendario amigo, al recordar la laboriosidad de Cató.
Catalina continuó hasta sus últimos días de existencia vendiendo su mercancía a orillas de la autopista Duarte, en el kilómetro 32, con su vivienda a escasos metros. Era su único medio de subsistencia, como ella misma relató en una entrevista publicada en El Nacional a principio del año pasado.
Oriunda de San Cristóbal, desde la salida del sol hasta el anochecer Cató mantenía su pequeño negocio frente a su casita en el kilómetro, actividad que compartía con Simeona Carmona, la segunda de sus siete hijos.
A pesar del fardo de sus 113 años, esta mujer campesina mantenía una memoria lúcida, de la que hacía acopio para narrar episodios ocurridos en el entorno donde transcurrió su vida, el paraje Hato Viejo.
Siempore recordaba su primer día como vendedora de semillas de cajuil, un domingo en que fue inaugurada la remodelación de la autopista Duarte en la década del 60.
Al comparar los precios de entonces con los de ahora, recordaba que comenzó a vender el vaso de semillas a 10 centavos, mientras que ahora el pote grande cuesta 200 pesos, el mediano cien y 50 el más pequeño.
La venta de semillas de cajuil, dulces, batata, mangos y otras frutas, representa el principal medio de sustento para más de cien familias residentes en Pedro Brand, actividad a la que se han integrado hijos, nietos y biznietos de Catalina.
La vieja Cató, como cariñosamente le llamaban sus allegados, tenía 30 nietos, 15 biznietos y 12 tataranietos, sin contar varios fallecidos. Dos de sus hijos también murieron.
Los improvisados y rústicos tarantines de esas personas de origen campesino llenan de colorido un tramo de los kilómetros 32 al 36 de la autopista Duarte, entre Pedro Brand y Villa Altagracia.Mas Titulares abajo>>
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Catalina continuó hasta sus últimos días de existencia vendiendo su mercancía a orillas de la autopista Duarte, en el kilómetro 32, con su vivienda a escasos metros. Era su único medio de subsistencia, como ella misma relató en una entrevista publicada en El Nacional a principio del año pasado.
Oriunda de San Cristóbal, desde la salida del sol hasta el anochecer Cató mantenía su pequeño negocio frente a su casita en el kilómetro, actividad que compartía con Simeona Carmona, la segunda de sus siete hijos.
A pesar del fardo de sus 113 años, esta mujer campesina mantenía una memoria lúcida, de la que hacía acopio para narrar episodios ocurridos en el entorno donde transcurrió su vida, el paraje Hato Viejo.
Siempore recordaba su primer día como vendedora de semillas de cajuil, un domingo en que fue inaugurada la remodelación de la autopista Duarte en la década del 60.
Al comparar los precios de entonces con los de ahora, recordaba que comenzó a vender el vaso de semillas a 10 centavos, mientras que ahora el pote grande cuesta 200 pesos, el mediano cien y 50 el más pequeño.
La venta de semillas de cajuil, dulces, batata, mangos y otras frutas, representa el principal medio de sustento para más de cien familias residentes en Pedro Brand, actividad a la que se han integrado hijos, nietos y biznietos de Catalina.
La vieja Cató, como cariñosamente le llamaban sus allegados, tenía 30 nietos, 15 biznietos y 12 tataranietos, sin contar varios fallecidos. Dos de sus hijos también murieron.
Los improvisados y rústicos tarantines de esas personas de origen campesino llenan de colorido un tramo de los kilómetros 32 al 36 de la autopista Duarte, entre Pedro Brand y Villa Altagracia.Mas Titulares abajo>>
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