En tres meses, Obama viajó a México y a la Cumbre de las Américas en Trinidad, prometió una nueva política migratoria, levantó restricciones a los viajes o al envío de remesas a Cuba y entreabrió una puerta con La Habana.
"Aún en un período de tiempo tan corto, la relación entre Estados Unidos y América Latina ha cambiado, fundamentalmente para bien", dijo a la AFP Michael Shifter, analista político del Diálogo Interamericano.
Según el experto de ese organismo independiente con sede en Washington, el anuncio del cierre de la prisión en la base naval de Guantánamo (Cuba) y el diálogo incipiente con Cuba o Venezuela, fueron señales claras de cambio.
"Al admitir que medio siglo de política de Estados Unidos hacia Cuba fracasó y que es necesario un nuevo comienzo, Obama también hizo mucho para demostrar que su gobierno habla en serio cuando habla de cambios".
"Pero tal vez la novedad más notable sea con México, que ha pasado rápidamente al frente de la agenda política en Washington", dijo Shifter. "Hay mucha más atención a México que antes, y el reconocimiento de que la política antidrogas también ha fracasado fue también muy bien recibido en la región".
Brasil sería el otro polo importante para Obama, por su importancia no sólo como potencia regional, sino por su papel en el ámbito multilateral global.
Una de las diferencias más importantes entre Obama y su predecesor republicano George W. Bush es precisamente que el presidente demócrata no divide al mundo --incluyendo a América Latina-- entre amigos y enemigos.
"Para Bush, por ejemplo, el presidente colombiano Alvaro Uribe era el 'bueno' y el venezolano Hugo Chávez 'el malo'. Obama se preocupa más por los intereses de Estados Unidos".
Según Shifter, ese pragmatismo "explica su apretón de manos cordial con Chávez en la Cumbre de las Américas, que no debe confundirse con debilidad".
Christopher Sabatini, director del departamento político del Consejo de las Américas con sede en Nueva York, es más escéptico, tanto sobre el impacto de los "gestos simbólicos" de Obama como acerca de la voluntad real de América latina de superar cuestiones ideológicas para impulsar una nueva relación.
"Está por verse cómo todo esto puede trasladarse a los actos", comentó Sabatini, decepcionado por el resultado de la Cumbre de Trinidad. Según él, la cuestión cubana y Chávez volvieron a monopolizar la agenda del continente.
"Por su silencio, dejaron que Cuba y Venezuela dominaran la cumbre", dice Sabatini. "Los latinoamericanos --dice-- antes se quejaban de que Bush los veía bajo el prisma de Cuba, y ahora ellos le están haciendo lo mismo a Obama".
Según el analista, "América latina ha evolucionado, tiene actores globales con intereses pragmáticos, incluyendo comercio, energía, migración, seguridad y narcotráfico, pero que terminan cediendo al mínimo común denominador: Cuba."
Una buena ilustración de esa nivelación fue probablemente el momento más comentado de la Cumbre, cuando Chávez regaló a Obama el libro del uruguayo Eduardo Galeano "Las Venas Abiertas de América Latina".
Publicado en 1971, el ensayo es desde entonces considerado un libro de culto de la izquierda de América latina e impugnado por sus detractores como "La Biblia del idiota" por achacar el subdesarrollo de la región al colonialismo español o al imperialismo de Estados Unidos.
Según Sabatini, Obama, nacido en 1961 y perteneciente a una generación posterior a la de los "baby-boomers", "es más pragmático, post-ideológico, pero le dieron vuelta las cosas y le presentaron una cumbre vista desde Cuba".
"No creo que Obama se haga ilusiones de que las diferencias fundamentales con cierto número de países, sobre todo Cuba y Venezuela, vayan a desaparecer simplemente gracias a su personalidad o a su nuevo estilo de hacer política, por novedoso y atractivo que resulte", opinó Michael Shifter.
"Obama --advierte el analista-- reunió un equipo de política exterior duro y realista, y va a ser prudente en su enfoque. A menos que Chávez cambie su conducta, tanto en política exterior como en sus prácticas antidemocráticas internas, es difícil que haya un acercamiento". Mas Titulares abajo>>
"Aún en un período de tiempo tan corto, la relación entre Estados Unidos y América Latina ha cambiado, fundamentalmente para bien", dijo a la AFP Michael Shifter, analista político del Diálogo Interamericano.
Según el experto de ese organismo independiente con sede en Washington, el anuncio del cierre de la prisión en la base naval de Guantánamo (Cuba) y el diálogo incipiente con Cuba o Venezuela, fueron señales claras de cambio.
"Al admitir que medio siglo de política de Estados Unidos hacia Cuba fracasó y que es necesario un nuevo comienzo, Obama también hizo mucho para demostrar que su gobierno habla en serio cuando habla de cambios".
"Pero tal vez la novedad más notable sea con México, que ha pasado rápidamente al frente de la agenda política en Washington", dijo Shifter. "Hay mucha más atención a México que antes, y el reconocimiento de que la política antidrogas también ha fracasado fue también muy bien recibido en la región".
Brasil sería el otro polo importante para Obama, por su importancia no sólo como potencia regional, sino por su papel en el ámbito multilateral global.
Una de las diferencias más importantes entre Obama y su predecesor republicano George W. Bush es precisamente que el presidente demócrata no divide al mundo --incluyendo a América Latina-- entre amigos y enemigos.
"Para Bush, por ejemplo, el presidente colombiano Alvaro Uribe era el 'bueno' y el venezolano Hugo Chávez 'el malo'. Obama se preocupa más por los intereses de Estados Unidos".
Según Shifter, ese pragmatismo "explica su apretón de manos cordial con Chávez en la Cumbre de las Américas, que no debe confundirse con debilidad".
Christopher Sabatini, director del departamento político del Consejo de las Américas con sede en Nueva York, es más escéptico, tanto sobre el impacto de los "gestos simbólicos" de Obama como acerca de la voluntad real de América latina de superar cuestiones ideológicas para impulsar una nueva relación.
"Está por verse cómo todo esto puede trasladarse a los actos", comentó Sabatini, decepcionado por el resultado de la Cumbre de Trinidad. Según él, la cuestión cubana y Chávez volvieron a monopolizar la agenda del continente.
"Por su silencio, dejaron que Cuba y Venezuela dominaran la cumbre", dice Sabatini. "Los latinoamericanos --dice-- antes se quejaban de que Bush los veía bajo el prisma de Cuba, y ahora ellos le están haciendo lo mismo a Obama".
Según el analista, "América latina ha evolucionado, tiene actores globales con intereses pragmáticos, incluyendo comercio, energía, migración, seguridad y narcotráfico, pero que terminan cediendo al mínimo común denominador: Cuba."
Una buena ilustración de esa nivelación fue probablemente el momento más comentado de la Cumbre, cuando Chávez regaló a Obama el libro del uruguayo Eduardo Galeano "Las Venas Abiertas de América Latina".
Publicado en 1971, el ensayo es desde entonces considerado un libro de culto de la izquierda de América latina e impugnado por sus detractores como "La Biblia del idiota" por achacar el subdesarrollo de la región al colonialismo español o al imperialismo de Estados Unidos.
Según Sabatini, Obama, nacido en 1961 y perteneciente a una generación posterior a la de los "baby-boomers", "es más pragmático, post-ideológico, pero le dieron vuelta las cosas y le presentaron una cumbre vista desde Cuba".
"No creo que Obama se haga ilusiones de que las diferencias fundamentales con cierto número de países, sobre todo Cuba y Venezuela, vayan a desaparecer simplemente gracias a su personalidad o a su nuevo estilo de hacer política, por novedoso y atractivo que resulte", opinó Michael Shifter.
"Obama --advierte el analista-- reunió un equipo de política exterior duro y realista, y va a ser prudente en su enfoque. A menos que Chávez cambie su conducta, tanto en política exterior como en sus prácticas antidemocráticas internas, es difícil que haya un acercamiento". Mas Titulares abajo>>