Dos ex policías condenados a cadena perpetua por asesinar a sueldo para la mafia
El juez del tribunal federal del barrio neoyorquino de Brooklyn, Jack Weinstein, condenó hoy a los detectives ya retirados Louis Eppolito, de 61 años, y Stephen Caracappa, de 67, después de que en 2006 fueran declarados culpables de haber trabajado para el clan mafioso Luchese mientras estaban en el Departamento de Policía de Nueva York.
Los delitos que se les imputan -y por cuya condena no cabe recurso- son de crimen organizado y conspiración, ya que, según el tribunal que llevó el caso, participaron directa o indirectamente en ocho asesinatos, en otros dos intentos frustrados y en la conspiración para perpetrar otro, al tiempo que filtraron información a la mafia sobre confidentes de la Policía.
Para ello, los agentes se valían de sus placas policiales y sus vehículos del cuerpo para identificar y secuestrar a sus víctimas, escogidas por la familia Luchese, que se jactaba de tener a dos detectives a su servicio por 4.000 dólares al mes para cada uno.
Los ex agentes neoyorquinos, que tras más de veinte años de servicio se jubilaron en Las Vegas, se declararon inocentes de los cargos en 2006, cuando se llevó a cabo el juicio contra ellos.
Desde el inicio, la Fiscalía defendió que ambos, con una amplia y laureada carrera en el Departamento de Policía neoyorquino, combinaban esa labor con el trabajo de matones a sueldo de Anthony "Gaspipe" Casso, un cabecilla del clan Luchese.
Los antiguos policías recibían un salario mensual de 4.000 dólares por dar información confidencial y otros favores a Casso, y llegaron a cobrar 65.000 dólares cuando se ocuparon personalmente de acabar con la vida de otro mafioso.
El fiscal federal del Distrito Este de Nueva York, Benton Campbell, aseguró hoy en un comunicado que "estas sentencias suponen en cierta medida el cierre del caso para los familiares de las víctimas de los abominables crímenes de los acusados y para los ciudadanos, cuya confianza ha sido traicionada".
"Estamos satisfechos de que los acusados vayan a pasar el resto de su vida entre rejas", añadió el fiscal.
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Los delitos que se les imputan -y por cuya condena no cabe recurso- son de crimen organizado y conspiración, ya que, según el tribunal que llevó el caso, participaron directa o indirectamente en ocho asesinatos, en otros dos intentos frustrados y en la conspiración para perpetrar otro, al tiempo que filtraron información a la mafia sobre confidentes de la Policía.
Para ello, los agentes se valían de sus placas policiales y sus vehículos del cuerpo para identificar y secuestrar a sus víctimas, escogidas por la familia Luchese, que se jactaba de tener a dos detectives a su servicio por 4.000 dólares al mes para cada uno.
Los ex agentes neoyorquinos, que tras más de veinte años de servicio se jubilaron en Las Vegas, se declararon inocentes de los cargos en 2006, cuando se llevó a cabo el juicio contra ellos.
Desde el inicio, la Fiscalía defendió que ambos, con una amplia y laureada carrera en el Departamento de Policía neoyorquino, combinaban esa labor con el trabajo de matones a sueldo de Anthony "Gaspipe" Casso, un cabecilla del clan Luchese.
Los antiguos policías recibían un salario mensual de 4.000 dólares por dar información confidencial y otros favores a Casso, y llegaron a cobrar 65.000 dólares cuando se ocuparon personalmente de acabar con la vida de otro mafioso.
El fiscal federal del Distrito Este de Nueva York, Benton Campbell, aseguró hoy en un comunicado que "estas sentencias suponen en cierta medida el cierre del caso para los familiares de las víctimas de los abominables crímenes de los acusados y para los ciudadanos, cuya confianza ha sido traicionada".
"Estamos satisfechos de que los acusados vayan a pasar el resto de su vida entre rejas", añadió el fiscal.
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