Relato ultimos 5 minutos de lo que paso del avion que se cayó en el rio Hudson
Pero cuando el capitán Chesley B. Sullenberger alzó la vista, ya estaban frente al parabrisas principal. Grandes. De café oscuro. En abundancia.
Luego hubo golpes secos, olor a quemado y silencio, mientras las dos turbinas del Airbus 320 de pronto dejaron de funcionar, a una altura 914 metros (3.000 pies) sobre el distrito neoyorquino del Bronx.
El silencio fue tal que una sobrecargo dijo que se sentía como en una biblioteca.
Los investigadores suministraron esta nueva y dramática descripción de los cinco minutos del jueves entre el despegue del Aeropuerto LaGuardia y el acuatizaje en el río Hudson, a un lado de Manhattan.
La aeronave había estado sólo 90 segundos en el aire cuando surgió el fantasma del desastre. Los controladores aéreos no habían detectado las aves en el radar y seguían dando instrucciones sobre el ascenso cuando el piloto les comunicó que algo estaba mal.
“Hey, este es Cactus 1549'', les dijo. ``Perdimos impulso en ambos motores. Estamos regresando a LaGuardia''.
Instantes después anunció un nuevo destino. LaGuardia era imposible. Así que se dirigió al Aeropuerto Teterboro en Nueva Jersey.
Sullenberger reflexionó que el avión iba demasiado bajo, avanzando lentamente y cerca de muchos edificios altos.
Pensó que habría una “catástrofe'' de bajar en Teterboro.
“No podemos'', le dijo a los controladores. “Vamos hacia el Hudson''.
Las aves llegaban por todos lados del avión tras despegar a las 15.25 horas hacia Charlotte, en Carolina del Norte.
“Creo que le pegamos a un ave'', dijo un pasajero de primera clase. Sullenberger giró súbitamente hacia la izquierda, llevó planeando el avión sobre el puente George Washington y midió mentalmente el río. No había escollos.
Sullezberger ordenó por el equipo interno de comunicación. ``Prepárense para un impacto'', dijo tres minutos y medio después del impacto con las aves.
“¡Prepárense! ¡Prepárense! ¡Bajen la cabeza!'', gritaron las sobrecargos a los pasajeros.
Las cámaras de seguridad de un puerto de Manhattan capturaron el momento espectacular en que el enorme aparato posa su ``vientre'' en el agua en medio de una enorme salpicadura.
“Ninguno (de los pasajeros) se dio cuenta de que estaban en el agua'', dijo Kitty Higgins, de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte.
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Luego hubo golpes secos, olor a quemado y silencio, mientras las dos turbinas del Airbus 320 de pronto dejaron de funcionar, a una altura 914 metros (3.000 pies) sobre el distrito neoyorquino del Bronx.
El silencio fue tal que una sobrecargo dijo que se sentía como en una biblioteca.
Los investigadores suministraron esta nueva y dramática descripción de los cinco minutos del jueves entre el despegue del Aeropuerto LaGuardia y el acuatizaje en el río Hudson, a un lado de Manhattan.
La aeronave había estado sólo 90 segundos en el aire cuando surgió el fantasma del desastre. Los controladores aéreos no habían detectado las aves en el radar y seguían dando instrucciones sobre el ascenso cuando el piloto les comunicó que algo estaba mal.
“Hey, este es Cactus 1549'', les dijo. ``Perdimos impulso en ambos motores. Estamos regresando a LaGuardia''.
Instantes después anunció un nuevo destino. LaGuardia era imposible. Así que se dirigió al Aeropuerto Teterboro en Nueva Jersey.
Sullenberger reflexionó que el avión iba demasiado bajo, avanzando lentamente y cerca de muchos edificios altos.
Pensó que habría una “catástrofe'' de bajar en Teterboro.
“No podemos'', le dijo a los controladores. “Vamos hacia el Hudson''.
Las aves llegaban por todos lados del avión tras despegar a las 15.25 horas hacia Charlotte, en Carolina del Norte.
“Creo que le pegamos a un ave'', dijo un pasajero de primera clase. Sullenberger giró súbitamente hacia la izquierda, llevó planeando el avión sobre el puente George Washington y midió mentalmente el río. No había escollos.
Sullezberger ordenó por el equipo interno de comunicación. ``Prepárense para un impacto'', dijo tres minutos y medio después del impacto con las aves.
“¡Prepárense! ¡Prepárense! ¡Bajen la cabeza!'', gritaron las sobrecargos a los pasajeros.
Las cámaras de seguridad de un puerto de Manhattan capturaron el momento espectacular en que el enorme aparato posa su ``vientre'' en el agua en medio de una enorme salpicadura.
“Ninguno (de los pasajeros) se dio cuenta de que estaban en el agua'', dijo Kitty Higgins, de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte.
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