Jan 30, 2009


Fallece Eloy Aguilar, ex jefe de buró de The Associated Press ( AP )

Aguilar, quien nació el 5 de enero de 1937 en el valle del Río Grande, en la frontera de entre Texas y México, se jubiló de AP en el 2006, y actualmente dirigía la agencia de noticias del diario mexicano El Universal.

"Eloy personificó lo mejor de AP, liderando con ejemplo y trabajo arduo, periodismo impecable y bondad inagotable", dijo Tom Curley, presidente de AP. "Era un colega querido al que extrañaremos".

Aguilar conversó detalladamente sobre su trayectoria profesional durante una entrevista de cinco horas que concedió el 24 de enero para el Archivo Corporativo de AP, en su casa de fin de semana ubicada en Tepotzotlán, en las afueras de la ciudad de México.

Un tanto nervioso al comienzo por las luces de televisión, Aguilar se fue relajando con el correr de los minutos. Vestido de camisa azul oscura y corbata, sus ojos brillaron intensamente cuando recordó la muerte de colegas en la guerra. Su pícara sonrisa lo acompañó al narrar anécdotas divertidas.

En un tono distendido, dejó muy claro que su mayor orgullo en AP fue que la gente que trabajó con él durante los años, hayan terminado siempre en cargos altos.

Aguilar se dio a conocer no sólo por sus coberturas en situaciones de conflicto, sino también por su eficiencia al organizar la cobertura de grandes eventos y por su persistencia como vendedor de los servicios de AP, labor que combinó siempre con sus deberes periodísticos.

El terremoto que sacudió la capital mexicana en 1985 permitió a Aguilar alcanzar uno de sus principales logros profesionales. Ante la imposibilidad de transmitir información durante las primeras horas posteriores al sismo, Aguilar alquiló un avión por 6.000 dólares junto a otro corresponsal que los llevara a Harlingen, Texas, desde donde se transmitieron los primeros despachos fuera de México.

La invasión estadounidense a Panamá en diciembre de 1989 tuvo a Aguilar como testigo de lujo. Alertado sobre la inminencia del operativo militar desde la misma mañana por un militar conocido, Aguilar reporteó en las calles esa larga noche. Al caer las primeras bombas estadounidenses, llamó a la oficina de México para dictar el alerta noticioso. El editor le preguntó quién había confirmado el inicio de la invasión. Aguilar solo alzó el auricular para que escuchara los bombazos.

Su habilidad sin par para las relaciones públicas ayudó a que el gobierno de Fidel Castro autorizara a AP la apertura de su primer buró en La Habana en 1999, tras una ausencia de casi 30 años.

Aguilar mostró interés por el periodismo desde su infancia, y al regresar en 1959 a Texas tras enrolarse en el ejército estadounidense, comenzó a trabajar como reportero en un diario de Brownsville.

Invitado por un amigo de Texas, llegó a Caracas en 1961 para trabajar en el diario en inglés The Daily Journal, donde se inició en el periodismo de guerra cubriendo escaramuzas de las guerrillas izquierdistas, las primeras que aparecían en el continente.

Paul Finch, entonces jefe del buró de Caracas, le ofreció unirse a AP y se convertiría en su primer tutor. Su primera nota en español se refería unas armas decomisadas a la guerrilla en una cueva. Bilingüe y bicultural, Aguilar se distinguiría como uno de los pocos periodistas de AP en escribir en ambos idiomas.

En 1966 fue transferido a San Juan, y luego en 1968 a México, para ocuparse de las noticias generales durante las olimpiadas.

En 1972 fue transferido al buró de Dallas, donde ejerció todos los cargos posibles. En 1977 fue jefe de buró de la oficina de San Juan, convirtiéndose en el primer hispano en ocupar ese cargo para AP. Allí cubrió intentonas golpistas en República Dominicana, supervisó el hilo estatal de Puerto Rico e inició su faceta de planificador exitoso para la cobertura de grandes eventos, con los Juegos Panamericanos de 1979.

Al final de 1979, se convirtió en jefe de buró de México y América Central, en plena guerra civil de El Salvador y Guatemala, y poco después de que los sandinistas tomaran el gobierno en Nicaragua. Durante esos años difíciles, se esforzó siempre por garantizar la seguridad de los periodistas que trabajan con él, y negoció frecuentemente con militares y guerrilleros el acceso a la información.

En Nicaragua, logró convencer a una censora sandinista veinteañera de que las notas de AP no necesitan revisión previa. Y en El Salvador, días después de que un militar ordenara su expulsión, Aguilar regresó días después a la oficina del oficial para convencerlo de la integridad de AP. Con una botella de whisky sobre la mesa.

Le tocaron también momentos muy dolorosos. En 1984, le comunicó a su amigo y colega Joe Frazier, la muerte de su esposa Linda, quien cubría una conferencia de prensa de Edén Pastora, entonces comandante de las fuerzas antisandinistas, cuando estalló una bomba.

En el 2000, la universidad de Columbia le concedió a Aguilar el galardón Maria Moors Cabot, en reconocimiento a su trayectoria periodística en América Latina.

Aguilar murió al dirigirse a una conferencia de decanos de escuelas estadounidenses de periodismo, cuando se desplomó y se golpeó la cabeza.

Deja a su segunda esposa, Lisette Carrasco, a su hijo Edwin de un primer matrimonio, y a su nieta Citlali. Ya había perdido a su otro hijo, Víctor. Será sepultado en McCallen, Texas, que según Aguilar era una "ciudad santa".
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