Cuando se quiere se puede....Tres discapacitados españoles conquistan el Polo Sur
La expedición está formada por Jesús Noriega, a quien le falta una mano de nacimiento; Javier Valbuena, quien perdió una pierna en una accidente, y Eric Villalón, quien sólo tiene una visión de un cinco por ciento, que han logrado su objetivo acompañados de guías Ramón Larramendi e Ignacio Oficialdegui.
Los integrantes de esta aventura explican que se encuentran cansados y fatigados y que han tenido que padecer temperaturas de hasta 32 grados bajo cero y ráfagas de vientos de 40 kilómetros por hora.
No obstante, están satisfechos de conseguir uno de los grandes retos de su vida, plantar la "senyera" y hacerse la foto con la bola metálica conmemorativa situada justo en el polo sur geográfico, para visitar seguidamente la base Amundsen-Scott.
"Hoy es un día muy emocionante; nos sentimos impulsados por el espíritu de los expedicionarios Amundsen y Scott que ahora hace casi cien años llegaron al mismo paraje en que estamos nosotros. Esto es una pasada. Este lugar es realmente mágico; tan alejados de todo, sentimos como somos de vulnerables", han explicado vía teléfono.
También han superado con creces "las expectativas de la expedición y ahora más que nunca queremos trasladar con más fuerza el espíritu de este proyecto que es el motivo principal de esta aventura deportiva, científica y personal: la capacidad de las personas con discapacidad".
Explican que algunos de los momentos más complicados de la expedición desde el punto de vista psicológico fueron la espera de los primeros días para poder coger el avión que les había de trasladar desde Punta Arenas a Patriot Hill (Antártida), lugar de partida de la travesía, y que fue cuando se rompió el palo de la tienda.
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Los integrantes de esta aventura explican que se encuentran cansados y fatigados y que han tenido que padecer temperaturas de hasta 32 grados bajo cero y ráfagas de vientos de 40 kilómetros por hora.
No obstante, están satisfechos de conseguir uno de los grandes retos de su vida, plantar la "senyera" y hacerse la foto con la bola metálica conmemorativa situada justo en el polo sur geográfico, para visitar seguidamente la base Amundsen-Scott.
"Hoy es un día muy emocionante; nos sentimos impulsados por el espíritu de los expedicionarios Amundsen y Scott que ahora hace casi cien años llegaron al mismo paraje en que estamos nosotros. Esto es una pasada. Este lugar es realmente mágico; tan alejados de todo, sentimos como somos de vulnerables", han explicado vía teléfono.
También han superado con creces "las expectativas de la expedición y ahora más que nunca queremos trasladar con más fuerza el espíritu de este proyecto que es el motivo principal de esta aventura deportiva, científica y personal: la capacidad de las personas con discapacidad".
Explican que algunos de los momentos más complicados de la expedición desde el punto de vista psicológico fueron la espera de los primeros días para poder coger el avión que les había de trasladar desde Punta Arenas a Patriot Hill (Antártida), lugar de partida de la travesía, y que fue cuando se rompió el palo de la tienda.
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