¿Retratan esas expresiones el verdadero pasado de este rapero, o se trata de una fraseología cargada de mentiras para atrapar incautos? ¿Quién es en verdad El Lápiz Conciente?A sus seguidores les tiene sin cuidado el torrente de críticas devastadoras que le llueven desde todos lados a su ídolo, nacido y crecido en la calle 5-D, de Los Mina, tenida por muchos como "una calle peligrosa".Para conocer de su pasado, casi nos metimos en el vientre de su madre, Francisca Bienvenida Rodríguez, quien murió hace varios años y de cuya trayectoria se tejen distintas versiones.Era una mujer muy hermosa. Le sobraban pretendientes. Entre todos, ella se fijó en Avelino Figueroa, entonces un jóven estudiante, desempleado, bebedor de cervezas y reputado bailarín de salsas. de aquellas de Henry Fiol y de las Estrellas de Fania.De un romance entre la pareja nació Avelino Junior (El Lápiz). No pudo nacer en peor momento ni curcunstancias. Un padre estudiante y desempleado, en medio de un país conmocionado por una aguda crísis económica que desembocó en un estallido social violento, en abril de 1984, cuando más 150 dominicanos fueron abatidos por el Ejército en las calles cuando protestaban por las subidas de precios de los alimentos y las medicinas.Eran tiempos de escasez de alimentos y de carencias de empleos. Fue en esas circunstancias en que Avelino (padre) fue obligado por su papá a "engancharse a la guardia" para que "mantenga a su muchacho".En aquel momento, para evitar que su hija pasara más penurias, Paulina Rodríguez de Jesús, la venerable abuela Palín, que El Lápiz gusta de mencionar en sus raps, se hizo cargo del pequeño, de su hija, y de su yerno también.- "El era un muchacho muy sano, apenas padeció de la tradicional amigdalitis de los niños dominicanos", narra Palín aWWW.CIUDADORIENTAL.COM en su vivienda de la calle 5-D, a la que llegó en las postrimerías de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en 1960.La abuela Palín es una mujer dulce y amigable que se desborda en palabras cuando habla del muchacho. Durante diez años fue enfermera en el hospital anti tuberculoso Rodolfo de la Cruz Lora, de donde salió para ir a trabajar, también como enfermera, en el Hospital de Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia.El próximo 22 de Junio *****plirá 86 años. Ahora, jubilada, está dedicada a sus labores religiosas en la parroquia católica San Marcos y va cada semana a un hogar de ancianos a prestar asistencia. Es una mujer de Dios.Precisamente, con esos criterios crió a Avelino Junior. Un muchacho que se orinaba en la cama con frecuencia por lo que fue necesario cambiarsela en varias ocasiones.Ella entrecierra los ojos y deja rodar su memoria décadas atrás y con ternura y alegría recuerda aquel día en que el chico le mostró su dedo pulgar derecho y le dijo:-"Mira, yo tengo un ´gallo´.-"No es un ´gallo´, es un callo", le respondió.Y era verdad, de tanto chuparse el dedo pulgar de la mano derecha, Avelino Junior se había hecho un callo en el dedo. No está claro si aún sigue con esa costumbre de pequeño.La abuela Palín relata que "él era muy inteligente. Tanto que siempre le salía con preguntas raras a la directora de la Escuela Panamá, donde estudió desde el primero hasta el Octavo curso".-¿De dónde le salen tantas preguntas a ese muchacho?, le dijo una vez la directora de la escuela a Palín.Como ocurrió aquel día en que Palín y su padre, Avelino, llevaron al chico al médico en el hospital Militar de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para tratarle de su tradicional amigdalitis.Un policía estaba sobre una escalera cambiando una roseta para instalar una bombilla.- "Papá, ¿Qué está haciendo ese hombre?", inquirió.-Cambiando una roseta, fue la respuesta, de Avelino padre, que ya era policía.El chico respondió rápido:- "No te apures, que cuando yo sea grande voy a ser presidente para que tú no tengas que hacer eso".Las anecdotas le van surgiendo una tras otras a la abuela Palín, con su diminuta figura cubierta de ternura.En una de esas anecdotas narra la forma en que surgió el nombre de "El Lápiz Conciente".-"Avelino siempre vivía corrigiéndome la forma de hablar. Éso no se dice así´, me decía una y otra vez. Me explicaba cuál era la forma correcta de decir las palabras".
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