La carta de renuncia de Miguel Franjul
18 de enero, 2008
Señores
Ramón Báez Romano,
Presidente de la Editora Listin Diario C. X A.,
y Ramón Báez Figueroa,
Ciudad
Apreciados amigos:
Lamento profundamente los últimos acontecimientos que se han desencadenado alrededor de ustedes, como personas, y de nuestra empresa, como consecuencia de un conjunto de presiones del Gobierno para mediatizar el ejercicio responsable del periodismo que caracteriza al Listín Diario.
Ustedes me han informado sobre una serie de hechos que ponen en evidencia una severa e injustificable actitud del Gobierno contra el Listín, como es la abrupta suspensión total de la publicidad oficial en nuestras páginas y la exigencia de que yo fuese removido de la dirección del diario, así como de las desmedidas e insultantes expresiones que un alto funcionario del Gobierno uso contra ustedes para quejarse de la forma en que el Listín dispone de sus noticias.
Me consta que ha sido difícil para ustedes esta coyuntura , ya que los ha forzado a tomar la decisión , por demás justa y merecida, de ascender al apreciado y leal colega Antonio Gil a la Dirección Ejecutiva del Listín, como la alternativa menos humillante frente a la presión gubernamental para aislar o expulsar al suscrito, como director.
Estos hechos me recordaron, de repente, la propia historia, pasada y reciente del Listín, en los que las inmoderadas o sutiles coerciones de un Gobierno han producido graves retrocesos en su brillante historia de 119 años de luchas por un mejor país y por el predominio de las libertades y los derechos humanos.
Fui testigo y víctima de uno de ellos: la atropellante y burda intervención del gobierno en mayo del 2003-- durante catorce meses----para usar este respetable emblema del periodismo nacional en la promoción de la reelección del presidente de turno , fallida por demás.
Fuimos destituidos y expulsados del Listín, junto a otros valiosos compañeros, con el estigma de una acusación de lavado de activos, acusación que resultó falsa y que posteriormente los tribunales, entre ellos la Suprema Corte de Justicia, se ocuparon de disolver.
En medio de aquel insólito episodio, ustedes y nosotros actuamos con gallardía y con valor frente a esta descarga descomunal del poder y mantuvimos viva la lucha, hasta que por fin recuperamos el control y la dirección del diario.
Esta vez, sin embargo, los episodios no han transcendido a la opinión pública. Ni siquiera han sido denunciados por nuestro diario, como se merecen, cuando ambos guardan cierta analogía, porque se han producido en medio de afanes reeleccionistas y provienen de las mismas fuerzas de la intolerancia y la ceguera, lo cual es prueba inconfundible de que sus propósitos han sido los de utilizar la penetración, credibilidad y seriedad del Listín para esos fines políticos.
Ustedes me han ofrecido su confianza frente a los pedidos de que yo sea sacrificado como director, pidiéndome que me mantenga en el puesto ,y de todo corazón se lo agradezco. Pero mis convicciones y mi dignidad personal y mi largo ejercicio del periodismo (este año cumplo justamente 40 en esos menesteres) no admiten que me rinda ante el chantaje y las presiones que vienen de fuera para mediatizar mi libertad o falsificar mi autoridad como ejecutivo del diario.
En el atropello del 2003, la resistencia de todos nosotros al desenfreno del reeleccionismo fue un correcto ejemplo de dignidad y de lucha del que me siento orgulloso. Así también lo están mis amigos y mi familia, que siempre me apoyan. Ahora la respuesta ha sido diferente. Y de veras que la comprendo.
En esas circunstancias, prefiero cesar de inmediato en mis funciones de director y buscar en la sociedad otros espacios en los que pueda seguir luchando por el ideal de la justicia, de verdad y de pleno y libre ejercicio del periodismo, aunque se interpongan los intereses de siempre o el propio poder desorbitado que a menudo asoma cuando pretende asfixiar o condicionar a los que han asumido esos ideales como un compromiso profesional y de vida.
A Dios me encomiendo, con toda mi fe y mi corazón.
Les doy un fuerte abrazo y les reitero mi aprecio y mi lealtad sin dobleces.
Miguel Franjul
18 de enero, 2008
Señores
Ramón Báez Romano,
Presidente de la Editora Listin Diario C. X A.,
y Ramón Báez Figueroa,
Ciudad
Apreciados amigos:
Lamento profundamente los últimos acontecimientos que se han desencadenado alrededor de ustedes, como personas, y de nuestra empresa, como consecuencia de un conjunto de presiones del Gobierno para mediatizar el ejercicio responsable del periodismo que caracteriza al Listín Diario.
Ustedes me han informado sobre una serie de hechos que ponen en evidencia una severa e injustificable actitud del Gobierno contra el Listín, como es la abrupta suspensión total de la publicidad oficial en nuestras páginas y la exigencia de que yo fuese removido de la dirección del diario, así como de las desmedidas e insultantes expresiones que un alto funcionario del Gobierno uso contra ustedes para quejarse de la forma en que el Listín dispone de sus noticias.
Me consta que ha sido difícil para ustedes esta coyuntura , ya que los ha forzado a tomar la decisión , por demás justa y merecida, de ascender al apreciado y leal colega Antonio Gil a la Dirección Ejecutiva del Listín, como la alternativa menos humillante frente a la presión gubernamental para aislar o expulsar al suscrito, como director.
Estos hechos me recordaron, de repente, la propia historia, pasada y reciente del Listín, en los que las inmoderadas o sutiles coerciones de un Gobierno han producido graves retrocesos en su brillante historia de 119 años de luchas por un mejor país y por el predominio de las libertades y los derechos humanos.
Fui testigo y víctima de uno de ellos: la atropellante y burda intervención del gobierno en mayo del 2003-- durante catorce meses----para usar este respetable emblema del periodismo nacional en la promoción de la reelección del presidente de turno , fallida por demás.
Fuimos destituidos y expulsados del Listín, junto a otros valiosos compañeros, con el estigma de una acusación de lavado de activos, acusación que resultó falsa y que posteriormente los tribunales, entre ellos la Suprema Corte de Justicia, se ocuparon de disolver.
En medio de aquel insólito episodio, ustedes y nosotros actuamos con gallardía y con valor frente a esta descarga descomunal del poder y mantuvimos viva la lucha, hasta que por fin recuperamos el control y la dirección del diario.
Esta vez, sin embargo, los episodios no han transcendido a la opinión pública. Ni siquiera han sido denunciados por nuestro diario, como se merecen, cuando ambos guardan cierta analogía, porque se han producido en medio de afanes reeleccionistas y provienen de las mismas fuerzas de la intolerancia y la ceguera, lo cual es prueba inconfundible de que sus propósitos han sido los de utilizar la penetración, credibilidad y seriedad del Listín para esos fines políticos.
Ustedes me han ofrecido su confianza frente a los pedidos de que yo sea sacrificado como director, pidiéndome que me mantenga en el puesto ,y de todo corazón se lo agradezco. Pero mis convicciones y mi dignidad personal y mi largo ejercicio del periodismo (este año cumplo justamente 40 en esos menesteres) no admiten que me rinda ante el chantaje y las presiones que vienen de fuera para mediatizar mi libertad o falsificar mi autoridad como ejecutivo del diario.
En el atropello del 2003, la resistencia de todos nosotros al desenfreno del reeleccionismo fue un correcto ejemplo de dignidad y de lucha del que me siento orgulloso. Así también lo están mis amigos y mi familia, que siempre me apoyan. Ahora la respuesta ha sido diferente. Y de veras que la comprendo.
En esas circunstancias, prefiero cesar de inmediato en mis funciones de director y buscar en la sociedad otros espacios en los que pueda seguir luchando por el ideal de la justicia, de verdad y de pleno y libre ejercicio del periodismo, aunque se interpongan los intereses de siempre o el propio poder desorbitado que a menudo asoma cuando pretende asfixiar o condicionar a los que han asumido esos ideales como un compromiso profesional y de vida.
A Dios me encomiendo, con toda mi fe y mi corazón.
Les doy un fuerte abrazo y les reitero mi aprecio y mi lealtad sin dobleces.
Miguel Franjul